Recesión en 2002 y el hipotético crecimiento económico en 2003

Néstor Avendaño

La economía de Nicaragua ha caído por tercer trimestre consecutivo en este año. Son tres caídas consecutivas del nivel de actividad económica del país. No es una simple desaceleración económica, como dicen algunos funcionarios públicos cuando la interpretan como una tasa de crecimiento menor pero siempre positiva.

Lo que realmente se observa en la economía de nuestro país es una tasa de crecimiento negativa. La debilidad económica de Nicaragua puede percibirse fácilmente y no es necesario ser economista para detectarla. Con la crisis del café, la agricultura ha dejado de ser el motor del crecimiento económico del país, y las áreas sembradas de productos de exportación y de granos básicos se han reducido en este último ciclo, aunque se han obtenido mejores rendimientos en la cosecha del maíz, por el uso de semilla certificada del Programa ‘Libra por Libra’, y en la cosecha del frijol, por las buenas condiciones climáticas en la época de ‘primera’.

La matanza industrial de ganado vacuno ha disminuido debido a que Estados Unidos y Puerto Rico, principales compradores de la carne exportada por Nicaragua, están comprando carne a menores precios en Australia y Nueva Zelanda y, por otro lado, han caído las exportaciones de ganado en pie a México, Guatemala y Honduras. Además, la matanza de pollos ha disminuido levemente, pero la producción de huevos ha mostrado un gran dinamismo.

La producción pesquera también ha retrocedido por la veda de la captura de langosta en mayo, el exceso de oferta del camarón de cultivo en el mercado internacional proveniente de Vietnam, China y Brasil, que provocó la caída de su precio, y la menor captura de pescado observada desde el segundo trimestre del año debido a las limitaciones de financiamiento que han reducido el número de barcos dedicados a esta actividad. Sólo la captura de camarón marino ha crecido en este año.

La producción industrial manufacturera ha desacelerado en gran medida su crecimiento pero no se ha contraído, y es sostenida por el procesamiento de leche pasteurizada, café, aceite vegetal y alimentos para aves, y la mayor producción de cerveza. Se ha caído levemente la producción de aguas gaseosas y grandemente la de rones. Las alzas de precios del petróleo han incidido en una menor producción de gasolina super y kero-turbo, y las empresas de zona franca han visto reducido el número de pedidos de vestuario desde el exterior.

La extracción de oro ha crecido notablemente por la estabilidad social lograda en el Triángulo Minero y el aumento del precio internacional del oro. Pero la construcción se ha contraído por el menor financiamiento externo a las inversiones públicas y el bajo nivel de la inversión privada que se ha concentrado en construcciones residenciales en los últimos meses, incidiendo en un leve aumento de la producción de cemento y extracción de piedra cantera.

El comercio y el transporte se han visto afectados debido al mayor desempleo y, por ende, a la falta de generación de ingresos en la población, que se explican con las caídas de la producción agropecuaria e industrial y las menores importaciones de materias primas y bienes de consumo.

La generación de servicios gubernamentales también tiende a disminuir no obstante los aumentos de 550 puestos en el sector educativo y de 90 en la administración pública, aunque se han eliminado 147 empleos en el área de salud. En el área de servicios, sólo crecen notablemente la provisión de energía eléctrica y agua potable, por las inversiones reales realizadas en este sector, y la actividad bancaria, por el alto retorno de sus inversiones financieras en CENIs subastados por la banca central en 2001.

El Banco Central de Nicaragua (BCN) estima una serie trimestral del Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE), que integra 37 indicadores que mueven 11 actividades económicas, con una cobertura del 93 por ciento del Producto Interno Bruto. Esa serie trimestral de dicho índice refleja el siguiente comportamiento en este año: una caída de 9.5 por ciento en el primer trimestre de 2002 en relación con el último trimestre de 2001; otra caída de 14.3 por ciento en el segundo trimestre de 2002 con respecto al trimestre anterior; y una caída más de 2.4 por ciento en el tercer trimestre de 2002 frente al trimestre anterior.

Tomando en cuenta la variación interanual, la producción en Nicaragua muestra una reducción de 1.5 por ciento en el tercer trimestre de 2002 comparado a la del mismo período del año anterior. Y el gobierno dice, y el FMI lo acepta, que la economía crecerá 1 por ciento este año. Yo opino, con optimismo, que tendremos un crecimiento cero, y podría ser negativo si la nación no sale pronto del atolladero político en que se encuentra desde inicios de este año.

Lo que se observa es, como decimos los economistas, un crecimiento negativo del Producto Interno Bruto. Según la interpretación estricta, con sólo dos crecimientos trimestrales negativos consecutivos de la producción se supondría una recesión económica. Así, puedo afirmar que Nicaragua está transitando en una recesión económica desde marzo de 2002.

Y en las condiciones actuales del sector productivo, los funcionarios públicos afirman, y el FMI acepta de nuevo, que Nicaragua crecerá económicamente 3 por ciento en 2003. ¿Con cuáles sectores? ¿Con cuál demanda externa, si Estados Unidos y la Unión Europea evalúan reducir las tasas de interés por el prolongado ‘valle’ económico que transitan? ¿Con cuál demanda interna, si hay más desempleo y menos inflación, si a solicitud del FMI el gobierno aumentará la carga tributaria en 1 punto porcentual del PIB a mediados del próximo año, si la confianza inversionista está alterada por el imperante ruido político?

Pero ese crecimiento hipotético está en dudas por otras tres hipótesis del programa económico de 2003: (i) Nicaragua podrá recibir una ayuda de US$78 millones en divisas líquidas para apoyo a balanza de pagos si y sólo si cumple las metas del programa, principalmente las reformas estructurales que demandan una mutua colaboración entre la Asamblea Nacional y el Poder Ejecutivo; (ii) es crucial que el Banco Central de Nicaragua obtenga aproximadamente US$66 millones por la venta de activos de los bancos quebrados, sin considerar la gran inestabilidad social asociada con la crisis del café que existe en el norte del país; y (iii) el gobierno aspira recibir US$41 millones por el proceso de privatización, principalmente del 60 por ciento del capital accionario de Enitel, a sabiendas que el 40 por ciento de ese capital privatizado el año pasado se encuentra actualmente en un limbo jurídico.

Y si una de esas tres hipótesis no se cumple, se cae todo el programa económico. Pero sobre el supuesto de que se cumpliese, con esos recursos, el programa económico contempla, el FMI condiciona, aumentar en US$30 millones las reservas internacionales de la banca central, pagar US$70 millones a los banqueros locales por sus inversiones financieras en las subastas de CENIs (que es deuda de la banca central) y el remanente, por supuesto, destinarlo al pago de la deuda externa estimado, ya con el alivio interino de la Iniciativa HIPC, en US$117 millones. Aún así, pronostico que el crecimiento económico de Nicaragua se aproximará al 1 por ciento en 2003.

Parece que la misión técnica del FMI que negoció con los funcionarios nicaragüenses obvió o ignoró la situación política del país para el establecimiento de estas metas. También parece que los funcionarios gubernamentales mostraron poca experiencia en el manejo de estas discusiones, probablemente porque son muy jóvenes en el ejercicio público.

Pero también creo que es necesario no sólo eliminar la partidización que afectó a la banca central en el gobierno anterior, sino también rescatar la calidad técnica de las instituciones públicas relacionadas con la administración de la economía, principalmente la del Banco Central de Nicaragua.

Es necesario que los técnicos y funcionarios públicos que nos representan en esos diálogos ‘secretos’ con el FMI sepan que no lograremos un crecimiento del mercado interno sin una distribución equitativa del ingreso, que la vigilancia macroeconómica del FMI no resuelve el problema de la pobreza y que Nicaragua, después de haber transitado 15 años consecutivos por la senda del ajuste económico, demanda un plan de desarrollo.

El autor es economista.