“¿Deficiente representación ante la firma de un TLC entre Nicaragua y el Sur?
Roberto Morales Muñoz
El pasado diciembre, en la ciudad del Cuzco, Perú, se dio el paso más importante en toda la historia de la integración subregional y el fortalecimiento de los bloques de integración del sur al haber constituido el bloque político, comercial y económico denominado Comunidad Sudamericana de Naciones.
Es evidente que el Sur continúa avanzando en la integración y ampliando sus mercados. Ante ello, a mi modesto entender, la firma de un Tratado de Libre Comercio con el Mercado Común del Sur (Mercosur), sería muy bueno y representa un nuevo reto para los mercados centroamericanos y el nuestro para ampliar y fortalecer nuestra limitada oferta exportable, en varios sentidos. Además, este tratado serviría de base o marco hacia la firma de un TLC con la Comunidad Andina (CAN).
Un acuerdo de libre comercio entre Nicaragua y el Mercosur o la CAN implementaría el comercio birregional con reglas claras y definidas, al amparo del principio de asimetría, que permita a nuestro país asumir obligaciones compatibles a nuestros intereses comerciales y políticos, en base a nuestro nivel de desarrollo con tiempos de desgravación flexibles y el reconocimiento de sensibilidades que permitan adaptar nuestros productos a los mercados del bloque y proyectarnos a los demás países del sur, así como acomodar nuestro mercado a los productos provenientes del sur de América.
Las consecuencias de esta unión, como ya lo he mencionado anteriormente, son beneficiosas en todo sentido, pues representa el desarrollo de estrategias conjuntas, una opción más para promover nuevas industrias, promoción del empleo, la inversión, las exportaciones; identificación y creación de nuevos sectores productivos; el fortalecimiento de sectores débiles o vulnerables de nuestra economía, convirtiéndolos en productivos; más opciones de consumo que puedan conllevar a la reducción paulatina de la pobreza, inclusive.
Nicaragua necesita elevar sus niveles de exportación, mejorar y ampliar la oferta exportable con aquellos países o bloques donde no existe comercio fluido. La firma de un TLC con el Sur implica una respuesta inmediata a los temas comerciales dentro del proceso de integración, permitiendo perfeccionar el intercambio de ideas, recursos y posibilidades que permitan alcanzar el desarrollo, porque sin unificación no podremos salir adelante, sin integración económica y social.
Nicaragua, (país de menor desarrollo relativo, según la definición de la Aladi), debe negociar también un TLC con la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y aprovechar las ventajas y oportunidades que ofrece el comercio de los dos bloques del Sur, que asciende a unos 6,000 millones de dólares, en un área comercial de doce países. Esta oportunidad permitirá al país asumir obligaciones compatibles a nuestros intereses comerciales y políticos, respetando nuestro propio nivel de desarrollo.
Un TLC con el Mercosur o la CAN se perfila como un mecanismo mediante el cual los productos nicaragüenses de exportación pueden obtener un trato preferencial para ingresar a uno de los cuatro mercados más grandes del mundo, donde personas naturales y jurídicas puedan invertir y generar riqueza. La acertada invitación del presidente Lula de Brasil, a firmar un TLC para integrar económicamente ambas regiones, debe ser aprovechada por nuestras autoridades. Es hora de darle una oportunidad, en el ámbito comercial, a nuestros exportadores y al público en general permitiendo el ingreso de productos provenientes de los mercados del Sur.
Lamentablemente sorprende la actitud necia del Gobierno en evitar un acercamiento a los grupos de integración del Sur. Ante esta inquietud, me surgen una serie de interrogantes, entre ellas: ¿será que reconoce la ineptitud del uruguayo que nos representa ante la Aladi?, ¿será que no conoce el papelón que venimos haciendo en las reuniones de la Aladi y ante los embajadores centroamericanos al no poder emitir informe ni opinión sobre la situación de nuestro país por el desconocimiento absoluto de nuestra historia y nuestra realidad, —dice que sólo fue una vez a Nicaragua, con todo pagado—?, ¿será que el Gobierno reconoce que el nombramiento “a dedo”, del representante extranjero de Nicaragua, sin ningún estudio previo, no produce ningún efecto positivo para los nicaragüenses?, ¿será que reconoce las limitaciones de un geriatra sobre los asuntos políticos, económicos, sociales, legales y demás, o tener el mínimo conocimiento de nuestro país?, ¿será que reconoce que este ilustre señor no ha hecho nada por elevar las exportaciones hacia Uruguay, el nivel de representación, por impulsar la firma de acuerdos comerciales con Uruguay o con los miembros de la Aladi, teniendo este importante foro sólo para promover sus intereses personales?
El Gobierno debe revisar de inmediato su posición política, comercial y económica con los hermanos del Sur, así como el nombramiento de extranjeros que desconocen nuestra realidad y nombrar a verdaderos especialistas, no a sus amistades en puestos tan clave, por muy ad honores que éstos sean.
El autor es Jurista en Derecho Internacional.